La concepción de una idea desemboca en muchas vertientes. La organización y categorización de muchas ideas nos adentra a nuevos conceptos; bien podríamos hablar de nuevos proyectos a corto/largo plazo o bien, quedar como esas ideas escritas y abandonadas en ese cuaderno que tomaste cuando la musa del emprendimiento tocó tu puerta, pero olvidó regresar para el siguiente paso: planificar.
Así se resume la dinámica, hay que ideas que desde su nacimiento se encuentran muy bien estructuradas y no solo eso, sino que sus autores tienen muy claro adónde apuntar. Uno de estos aspectos que ayudan a definir, sin duda, es el lapso. Al trazarnos objetivos qué cumplir, qué quiero lograr, cómo me quiero proyectar y sobre todo cuándo cumpliré a cabalidad cada una de mis tareas determinará bajo qué modelo ejecutaré mis funciones.
He allí el principal punto de partida, ¿los objetivos que quiero cumplir con mi empresa serán cumplidos a corto o mediano plazo? El término Startup es un concepto muy sonado en la actualidad en temas de emprendimiento. También conocido como “compañía o empresa emergente” cuya orientación va dirigida a temas de innovación tecnológica y digital.
Estas empresas en crecimiento buscan desarrollar nuevas aplicaciones y modelos en temas de vanguardia tecnológica con el objetivo de crecer exponencialmente bajo una inversión mínima.
¿Por qué la inclinación de confundirlas con las pymes?
Preciso por la gran diferencia que existe entre las startup y las grandes empresas: número de empleados, recursos invertidos y la gran dependencia a herramientas digitales. No obstante, estas empresas emergentes concentran en sí mismas características muy propias que no solo son claros diferenciadores en las grandes empresas sino también de las pymes.
El modelo de capital-riesgo es la principal característica para diferenciar las startup de las pymes. Esta metodología consiste en que, con la ayuda del capital de riesgo, la empresa aumenta su valor y una vez madurada la inversión, el capitalista se retire obteniendo un beneficio.
Partiendo del principio de interacción de clientes, para las startup es una dinámica vital relacionarse con los usuarios por ser masas categorizadas: segmentadas geográficamente a nivel global. Por su parte, las pymes se centran en llegar a públicos a nivel regional o nacional.
Las compañías en crecimiento se manejan bajo una estructura que suele operar con costos mínimos, pero con incremento en sus ganancias, mantiene una comunicación continua y abierta con los clientes, y se orienta a la masificación de las ventas. Por esta razón, a diferencia de las pymes, no hablamos de locales, talleres o centros de operaciones, estas pueden ser ejercidas desde cualquier lugar sin horario particular.
Ahora bien, ¿cuándo una empresa deja de estar “en crecimiento”?
Es necesario comprender que las empresas de tipo startup tienen su punto de partida en equipos cuyos socios poseen capacidades muy diversas que, en conjunto, enriquecen el desarrollo del proyecto. Cada uno es partícipe y responsable de un rol determinado y un compendio de metas. Una vez que estos miembros inician con un horario laboral establecido ya deja de estar “en crecimiento”.
Las pymes buscan, y es relevante para ellas, ganar dinero desde un principio, mientras que las startup han de pensar en el largo plazo, ya que sus objetivos se centran en la escalabilidad y la masificación de las ventas. Una vez que los objetivos de estas giren en torno a la competencia, dejarán de estar en el renglón de “empresas emergentes”.
En la actualidad para emprendedores emergentes, jóvenes talentos y experimentales del mundo digital, esta nueva era de las startup sin duda representa una ventana de oportunidades, de crecimiento y retos donde la comunicación, creatividad, energía, equidad y la integridad han de ser pilares fundamentales en este “viaje comercial”.